En una encantadora casa palermitana, un chef notable estableció su lugar en la gastronomía argentina.
El menú, que cambia cada semana, es una identidad regional y estacional: siete etapas de placer completo en meras minucias para experimentar, con un aperitivo de bienvenida y seis vinos elegidos por el chef y el sommelier Maximiliano Pérez. Las etiquetas de la lista de vinos proponen los países elegidos y sugieren otros si el cliente desea una variante. Los camareros son impecables y describen el plato que llega a la mesa, a veces con ingredientes inusuales, algas marinas, del suelo radicular como azafrán (sólo conocido en polvo).